Parece mentira que este profundísimo manifiesto de Thiago de Mello[1] sea de 1964. Pero está claro que la verdad y la belleza rompen el tiempo y el espacio.
Artículo I
Queda decretado
que ahora vale la verdad,que ahora vale la verdad,
ahora vale la vida,
y dándonos las manos,
marcharemos todos
por la vida verdadera.
Artículo II
Queda decretado
que todos los días de la semana,
inclusive los martes
más grises,
tienen derecho a convertirse
en mañanas de domingo.
Artículo III
Queda decretado que,
a partir de este instante,
habrá girasoles
en todas las ventanas,
que los girasoles tendrán derecho
a abrirse dentro de la sombra;
y que las ventanas
deben permanecer el día entero
abiertas para el verde
donde crece la esperanza.
Artículo IV
Queda decretado que el hombre
no precisará nunca más
dudar del hombre.
Que el hombre confiará en el hombre
como la palmera confía en el viento,
como el viento confía en el aire,
como el aire confía
en el campo azul del cielo.
Parágrafo único:
El hombre confiará en el hombre
como un niño
confía en otro niño.
Artículo V
Queda decretado que los hombres
están libres del yugo de la mentira.
Nunca más será preciso usar
la coraza del silencio
ni la armadura de las palabras.
El hombre se sentará a la mesa
con la mirada limpia,
porque la verdad
pasará a ser servida
antes del postre.
Artículo VI
Queda establecida,
durante diez siglos,
la práctica soñada
por el profeta Isaías,
y el lobo y el cordero pastarán juntos
y la comida de ambos
tendrá el mismo gusto a aurora.
Artículo VII
Por decreto irrevocable
queda establecido
el reinado permanente
de la justicia y de la claridad.
Y la alegría
será una bandera generosa
para siempre enarbolada
en el alma del pueblo.
Artículo VIII
Queda decretado que el mayor dolor
siempre fue y será siempre
no poder dar amor
a quien se ama,
sabiendo que es el agua
quien da a la planta
el milagro de la flor.
Artículo IX
Queda permitido
que el pan de cada día
tenga en el hombre
la señal de su sudor.
Pero que sobre todo
tenga siempre
el caliente sabor de la ternura.
Artículo X
Queda permitido a cualquier persona,
a cualquier hora de la vida,
el uso del traje blanco.
Artículo XI
Queda decretado, por definición,
que el hombre es un animal que ama,
y que por eso es bello,
mucho más bello
que la estrella de la mañana.
Artículo XII
Decrétese que nada estará obligado ni prohibido,
todo será permitido,
incluso brincar con los rinocerontes
y caminar por las tardes
con una inmensa
begonia en la solapa.
Parágrafo único:
Sólo una cosa queda prohibida:
amar sin amor.
Artículo XIII
Queda decretado que el dinero
no podrá nunca mas comprar
el sol de las mañanas venideras.
Expulsado del gran baúl del miedo,
el dinero se transformará
en una espada fraternal
para defender el derecho de cantar
y la fiesta del día que llegó.
Artículo Final
Queda prohibido
el uso de la palabra libertad,
la cual
será suprimida de los diccionarios
y del engañoso pantano de las bocas.
A partir de este instante
la libertad será
algo vivo y transparente
como un fuego o un río,
y su morada será siempre
el corazón del hombre.
Santiago de Chile, abril de 1964.
[1] Amadeu Thiago de Mello nació el 30 de marzo de 1926 en Barreirinha, pequeña ciudad brasileña situada en la margen derecha del Paraná do Ramos -el brazo mas extenso del Amazonas-, en plena selva amazónica. En los 50, y desde Rio de Janeiro, Thiago une su labor poética a una decidida actividad política y social. La dictadura militar lo encarcela en 1964. Más tarde, partirá hacia un largo exilio en Chile, donde trabará amistad con Pablo Neruda, Mario Beneedetti, Violeta Parra.. Retornará del exilio en 1978, instalándose en su pueblo natal.
- Imagen de Maximino Cerezo Barredo