Como cada año, la sabiduría entrañable y encarnada de la felicitación navideña de Pedro Casaldáliga (la imagen la he añadido yo, es de Maximino Cerezo Barredo, compañero de Pedro en la caminhada con los empobrecidos):
Sube a nacer conmigo, dice el poeta Neruda.
Baja a nacer conmigo, dice el Dios de Jesús.
Hay que nacer de nuevo, hermanos Nicodemos,
y hay que nacer subiendo desde abajo.
De esperanza en esperanza,
de pesebre en pesebre, todavía hay Navidad.
Desconcertados por el viento del desierto,
que no sabemos de dónde viene ni adónde va.
Encharcados en sangre y en codicia,
prohibidos de vivir con dignidad,
sólo este Niño puede salvarnos.
De esperanza en esperanza,
de pesebre en pesebre, de Navidad en Navidad.
Siempre de noche naciendo de nuevo, Nicodemos.
“Desde las periferias existenciales”,
con la fe de María y los silencios de José
y todo el Misterio del Niño, hay Navidad.
Con los pobres de la Tierra confesamos
que Él nos ha amado hasta el extremo
de entregarnos su propio Hijo,
hecho Dios venido a menos, en una Kenosis total.
Y es Navidad. Y es tiempo nuevo.
Y la consigna es que todo es Gracia,
todo es Pascua, todo es Reino.